martes, 4 de diciembre de 2012

Meditación, el dormir más profundo

Siempre estás tenso; ese es el agarre, el aferramiento. Nunca estás relajado, nunca en un estado de dejarte ser. Siempre estás haciendo algo; ese hacer es el problema. Nunca estás en un estado de no-hacer, en el que las cosas están sucediendo y tú simplemente estás ahí sin hacer nada. Cuando las cosas están sucediendo y tú no eres el que hace, estás totalmente relajado. Cuando eres el que hace y las cosas no están sucediendo, sino que están siendo manipulas por ti, estás tenso.


Te relajas parcialmente cuando estás dormido, pero no es total. Incluso dormido sigues manipulando, no dejas que todo suceda. Observa a un hombre durmiendo, verás que está muy tenso, todo su cuerpo está tenso. Observa a un niño pequeño durmiendo, está muy relajado. Observa a un animal, un gato siempre está relajado. Tú no estás relajado ni siquiera mientras duermes; estás tenso, forcejeando, moviéndote, luchando con algo. Puede que estés luchando en sueños, protegiendo... haciendo las mismas cosas que haces cuando estás despierto, repitiéndolas en un drama interno. No estás en un profundo estado de dejarte ser. Por eso dormir se está volviendo cada vez más difícil. Y los psicólogos dicen que, si esta misma tendencia continúa, no tardará en llegar el día en que nadie pueda dormir naturalmente. Habrá que producirlo químicamente, porque nadie logrará dormirse naturalmente. Ese día no está muy lejos, ya están en camino hacia él, porque incluso dormidos sólo están parcialmente dormidos, parcialmente relajados.

La meditación es el dormir más profundo. Es una relajación total y algo más, estás totalmente relajado y, sin embargo, alerta. Hay consciencia. Estar totalmente dormido con consciencia es meditación. Completamente alerta, las cosas están sucediendo, pero tú no te estás resistiendo, no estás luchando, no estás haciendo. El que hace no está ahí, el que hace se ha dormido. Sólo hay un testigo, sólo hay una alerta que no hace. Entonces nada puede perturbarte.


Una vez que sabes relajarte, nada puede perturbarte. No es que el mundo vaya a cambiar, no es que las cosas vayan a ser diferentes, el mundo será el mismo, pero tú ya no tienes la tendencia, no tienes la locura; no estás constantemente listo para ser perturbado. Entonces todo lo que sucede a tu alrededor es sosegador; incluso el ruido del tráfico se vuelve sosegador si estás relajado. Incluso el mercado se vuelve sosegador. Depende de ti. Es una cualidad interna. Cuanto más vas hacia el centro, más surge la cualidad, y cuanto más vas hacia la periferia, más serás perturbado. Si te sientes demasiado perturbado, o si eres propenso a sentirte perturbado, eso muestra sólo una cosa, que estás existiendo junto a la periferia; nada más. Es una indicación de que has hecho tu morada junto a la superficie. Y ésta es una morada falsa, porque tu verdadero hogar está en el centro, en el centro mismo de tu ser.

Osho

Todo el mundo está casi loco

Por fuera, la vida es un ciclón, un conflicto, una agitación, una lucha constantes. Pero esto es así sólo en la superficie; sólo en la superficie del océano hay olas, ruido enloquecedor, lucha constante. Pero esto no es toda la vida. En lo profundo hay también un centro sin ruido, silencioso, sin conflicto, sin lucha. En el centro, la vida es un flujo silencioso, relajado, un río moviéndose sin forcejeo, sin lucha, sin violencia. La búsqueda se encamina a ese centro interno. Puedes identificarte con la superficie, con lo externo. Entonces habrá ansiedad y angustia. Esto es lo que le ha sucedido a todo el mundo, estamos identificados con la superficie y con la lucha que hay ahí.

La superficie tendrá que ser perturbada; no hay nada de malo en ello. Y si puedes estar enraizado en el centro, la perturbación en la superficie se volverá hermosa, tendrá una belleza propia. Si puedes estar en silencio dentro, entonces todos los sonidos de fuera se vuelven musicales. Entonces nada es malo; todo se vuelve un juego. Pero si no conoces el núcleo interno, el centro interno, si estás totalmente identificado con la superficie, te volverás loco. Y todo el mundo está casi loco.

Todas las técnicas religiosas, las técnicas de yoga, de meditación Zen, son básicamente para ayudarte a estar de nuevo en contacto con el centro, para entrar en ti, para olvidar la periferia, para dejar la periferia por el momento y relajarte en tu propio ser tan profundamente que lo externo desaparezca completamente y sólo permanezca lo interno. Una vez que sabes cómo retroceder, cómo entrar en ti mismo, no es difícil. Se vuelve tan fácil como cualquier otra cosa. Pero si no sabes, si sólo conoces la mente que se aferra a la superficie, es muy difícil. Relajarse en uno mismo no es difícil; no aferrarse a la superficie sí lo es.

Todas estas técnicas son para hacerte valeroso, fuerte, aventurero; para que puedas dejar de agarrarte y caigas dentro de ti mismo. Lo que parece un abismo oscuro, sin fondo, es la base misma de tu ser. Una vez que dejes la superficie, la periferia, estarás centrado.

Osho

El poder de las emociones



A  lo largo de mi vida he aprendido a valorar lo imprescindible de lo accesorio, el envoltorio del contenido: desde pequeño he pensado que construir nubes era mejor que destruir postales, coleccionar imágenes de la vida más gratificante que lamentar recuerdos lamentables. He aprendido durante estos años, que el ser humano tiene una capacidad especial para regocijarse en sus miserias, pero que incluso desde el abatimiento, desde el desconsuelo, nacen las emociones.
Somos capaces de crear el más bello poema de amor desde el desamor, los versos más tristes esta noche desde las lágrimas de la desesperación. La locura proporciona imágenes y texturas en cuadros que son un placer para nuestros ojos, y la imaginería es capaz de representar el momento del sufrimiento, de la muerte, de la expiración dotando a un trozo de madera de la belleza imposible de unos ojos de mujer que lloran el desconsuelo de ver a su hijo crucificado: es el poder de las emociones.
Llevamos siglos alimentando el arte a través del sufrimiento. ¿Sabéis por qué?. Porque cuando sufrimos somos débiles, y en la debilidad hay un acto emocionante de ternura que somos capaces de transformar en arte.
Pero también, al mismo tiempo que sufrimos, somos capaces de gozar, de disfrutar, de reír, de llorar de alegría, y aquí viene el primer axioma: todos somos capaces de sufrir, pero muy pocos tienen la capacidad de gozar, de ser feliz… .¿Por qué?
Nacemos con la capacidad de dar y recibir amor. El amor puede transformar nuestro mundo.  Amar, amar en tiempos del cólera, amar en momentos difíciles, amar cuando no somos capaces de levantarnos por la mañana, cuando nos pesa el mundo a nuestros pies. Amar. Amar oliendo el café el sábado por la mañana, amar desde la soledad de nuestra cama, cuando no hay nadie a quien abrazar al otro lado de las sábanas, amar desde la explosión de colores con los matices que nos da la vida, amar desde mi paseo en bici, amar desde la locura de mis sentimientos, cuando tenemos mariposas en el estómago porque hay alguien que puede llegar a ser especial, amar cuando un amigo nos da su mano, cuando alguien espontáneamente nos da un abrazo. Amar sin rendirnos a las condiciones.
Piensa en el siguiente axioma: el amor transforma la debilidad del ser humano en una fuerza mágica. Mira a los ojos de tu vecina que todos los días ves y nunca miras, regálale ese pequeño abrazo que siempre quisiste dar a un desconocido, transfórmalo en veraz, que te salga de dentro hacia fuera, quiérete, ámate, date el gusto de quererte a ti mismo, mírate al espejo y reconoce un montón de kilos de emociones capaces de transformar tu mundo, gózate, disfruta de cada pequeño momento que compartas contigo mismo, porque si te amas, si te das la oportunidad de transformar tus debilidades en oportunidades, el mundo podrá disfrutar de ti, y de eso se trata, de pasar por este ciclo de vida dejando una huella emocional, una impronta en los corazones de los demás.
Autor:
José Luis Fuentes Rodríguez
E-mail: joseluisfuentesrodriguez@gmail.com